Durante los años de estudio y preparación previos a su ingreso en la central de Chernóbil, se les había persuadido con la idea de que cada uno de ellos podría llegar a escribir, algún día, un capítulo de la Historia. De modo que todos guardaban una pequeña libreta, generalmente de color rojo, en donde anotaban en horas de trabajo lo que en el mundo debía acontecer, sus mejores propósitos para la humanidad.
Tras la catástrofe, se comprobó que el contenido de las libretas no coincidía y que nada de lo que en ellas había escrito llegó a suceder. Entendieron que lo que uno escribe nunca es lo que ocurre, sino lo que no ocurre mientras se está escribiendo. Acto seguido, quemaron las libretas y en el cielo se dibujó una gran nube infecta.
Tras la catástrofe, se comprobó que el contenido de las libretas no coincidía y que nada de lo que en ellas había escrito llegó a suceder. Entendieron que lo que uno escribe nunca es lo que ocurre, sino lo que no ocurre mientras se está escribiendo. Acto seguido, quemaron las libretas y en el cielo se dibujó una gran nube infecta.
1 comentario:
Así que has vuelto a escribir... Eso está bien, porque significa que, mientras tanto, algo pasa ahí fuera; o aquí fuera.
Van sucediendo cosas en todas partes, supongo, por muy lejos que estemos de ellas.
Un abrazo desde aquí adentro.
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